viernes, 11 de enero de 2008

Una aproximacion a utilidad del deporte

Preámbulo
Continuando con el trabajo anterior, este segundo intento de realizar una aproximación a la utilización del deporte se centrará en la educación deportiva, en el sentido de propiciar un enfoque educativo de la práctica deportiva.
Introducción
Sería contraproducente intentar educar sobre el deporte sin tener unas ideas claras sobre las repercusiones que tiene1, las influencias que provoca, hacia qué deriva su práctica... Hay que saber qué es lo que pensamos sobre un contenido tan controvertido en Educación Física para saber hacia dónde queremos dirigir más la atención. La solución no es la mayor participación posible, porque estaríamos enfocando hacia una idea mecanicista; de la misma forma, la solución no es la eliminación del contenido, porque estaríamos ante la estrategia del avestruz.
La educación deportiva incluye todos aquellos elementos que hacen una formación completa de los sujetos que se encuentran vinculados al deporte, no es sólo la formación del sujeto en crecimiento, también es la transmisión de valores motores, sociales, morales e intelectuales. La educación deportiva implica que las personas que van a participar en el deporte parten con una idea preconcebida del mismo, y desean obtener algo a cambio. El profesor quiere que sus alumnos mejoren en sus habilidades; el alumno y la alumna que su esfuerzo se vea recompensado, o quizás lograr ser vistos por los demás con un marcado énfasis en el prestigio, o tener la posibilidad de ser incluidos en un grupo social; la empresa deportiva desea obtener mayores beneficios económicos; los dirigentes deportivos desean un reconocimiento social... y así un largo etcétera, con diferentes motivaciones e inclinaciones.
En la educación deportiva se encuentran todos aquellos aspectos que hacen que los sujetos tengan una formación que va más allá de la simple práctica, que asume también el conocimiento cultural relacionado con el deporte y la socialización que se consigue con el mismo. A esto tenemos que añadir el componente de autonomía como uno de los aspectos claves en la educación deportiva.
Si para participar en el deporte es necesario un compromiso ético, parece necesario que exista una educación deportiva. Si somos críticos en la forma en la que el deporte se expresa en la sociedad, y aún más críticos en la forma en la que intenta penetrar en la Educación Física, no podemos darle la espalda sin más, debemos ser nosotros, el profesorado como eje principal, el que establezca cómo debe ser instaurado, qué es lo que estamos dispuestos a admitir, y cómo debe plantearse para que pueda ser un vehículo de desarrollo para el alumnado.
Es cierto que podríamos olvidar el deporte y, sin más, no utilizarlo; pero tenemos que entender que a otros contenidos se les podría hacer la misma invectiva, y terminaríamos por comprometer la actividad física educativa. Creo que lo mejor es que establezcamos unos mínimos rigurosos, que tendrán que ser consensuados con todas las partes, y a partir de ahí, intentar una práctica deportiva que suponga una apreciación positiva y sostenida para la mejora del sujeto, tanto individual como colectivamente.
La educación deportiva supone un punto de vista que hay que matizar, pues no es el único contenido posible en las clases de Educación Física. Es cierto que, en muchas ocasiones, el contenido estrella es el deporte, pero no podemos aventurar el porvenir de la Educación Física sólo por el deporte (como bien ha expuesto Hsu, 2000). Quizás sea cierto que el concepto de Educación Física sea más tardío que el de deporte, pero no por ello debe predominar (incluso evitar), sobre otros contenidos.
El deporte, según parece, es más o menos emergente, tiene más calado educativo, dependiendo de que la Educación Física tenga mayor o menor importancia curricular. La cultura global acepta más al deporte, mientras que el sistema educativo acepta más a la Educación Física. Aun así, se confunde Educación Física con deporte, y quizás por ello tiene una posición más clara el último que la primera. Lo que es cierto, es que el deporte está dentro y fuera de la escuela, no así la Educación Física; y lo que hay que reclamar es un deporte que tenga como base una educación deportiva, dentro de la Educación Física.
La influencia de una cultura deportiva está documentada y criticada (Barbero González, 1992; Brohm, 1978; Laguillaumie, 1978), a veces con más énfasis en unos aspectos que en otros (Devís Devís, 1995; Fraile Aranda, 1999; Velázquez Buendía, 2001)2 pero creo, en cualquier caso, que podemos establecer una educación deportiva que manifieste una práctica atractiva3, aunque pueda no resultar la solución absoluta, debido a las diferentes formas de entender dicha práctica.
Qué significa educación deportiva
La educación deportiva implica un respeto por la práctica deportiva con beneficio para la persona que lo ejerce, como para las personas que lo quieran ejercitar. Desde este punto de vista, quedaría excluido intentar que el deporte fuera beneficio de unos pocos, sobre todo en detrimento de otros4. Las personas deben entender que si la práctica deportiva es beneficiosa debe ser para todos y todas, incluso debe permitirse que los que no deseen obtener ese beneficio, puedan elegir no practicarlo.
El profesorado5, es el que cree conocer las necesidades del alumnado, porque el punto de vista del adulto incide en la formación, más centrándonos en un currículum oficial hacia unas necesidades educativas, más o menos universales, que hemos ido adjudicando al deporte en las clases de Educación Física (Castejón Oliva, 2001).
Los profesores, quizás los que se encuentran en primer lugar a la hora de proponer el deporte, deben atender a una práctica que permita al alumnado adquirir un conocimiento verdadero y válido para el propio sujeto y que, además, contribuya a participar en la sociedad en la que todos estamos implicados, pero sin que sea necesario para la sociedad que exige una práctica deportiva exclusivista.
Es decir, el alcance del deporte educativo no es siempre lo que estima el profesorado, sino lo que logra entender el alumnado respecto a los significados que obtiene en su desarrollo psicológico y social: autoconcepto, ansiedad, diversión, amistad, aceptación, rechazo (un ejemplo, Brustad, 2004) 6. Por eso, cuando presentamos tareas deportivas que pretendemos que tengan algún alcance (motivación, aprendizajes, tiempo de práctica, etc.), no sabemos qué hemos conseguido si no se hace una práctica global, en el sentido de que pueda alcanzar a todos los ámbitos educativos que rodean al sujeto. Lo que entendemos por necesidades deportivas en el alumnado son necesidades mientras sean alumnos, pero cuando ya no están con nosotros (en nuestra clase, porque promocionan a otra situación educativa, o porque dejan de estudiar), las necesidades son otras. Quizás pretendemos que sigan practicando deporte, pero la opción es la que elija el sujeto; asumir que porque hayan practicado algún deporte en nuestras clases implique que harán deporte en el futuro, es un poco quimera7.
Debido a esto, no hay por qué introducir una práctica que tenga mayor representación social si con ello se alinea al sujeto a una práctica única. Esta selección significa que debe proponerse una educación en la que se origine un aprendizaje para disfrutar y disfrutar para aprender, donde exista una variedad de posibilidades que alcancen una mejora educativa en la práctica deportiva. Práctica deportiva que no significa, en exclusiva, hacer deporte, entendido como un practicante más al uso, sino hacer deporte con todas las posibilidades que éste ofrece, y que no es sólo correr, saltar, lanzar, girar, etc., también significa que el alumno debe comprender las dificultades propias y de los demás, que existe múltiples posibilidades de participar: cómo me ayudan y cómo ayudo, cómo hago que los que saben menos puedan saber más, qué hago yo que los otros y otras no hacen o no pueden hacer, qué puedo hacer por ellos, etc.
El concepto implícito entre los profesionales basado en la idea de la alta participación práctica, es decir, intentar que haya un gran tiempo de práctica con el fin de que mantener al alumnado ocupado y así conseguir altos niveles de aprendizaje, puede llevar nada más que a una actividad sin sentido, porque en muchos casos, estas intenciones derivan a jugar un partido, y los que participan no son todos (y menos ellas), aunque parezca que todos están ocupados.
El análisis, la reflexión y la selección, supone implicarse en diferentes propuestas, desde la práctica motriz, que es el uso frecuente tal y como conocemos el deporte, hasta participar como espectadores, como árbitros, etc., es decir, si el deporte tiene un desarrollo social con diversas funciones, habrá que atender a todas ellas, si es que queremos que exista un comportamiento ético en todos sus efectos.
Desde la educación deportiva se debe buscar e incidir en la diversión. Incluso muchos profesores responden, ante preguntas como qué objetivo pretenden con el deporte, con respuestas como que se lo pasen bien, que se diviertan. Desde nuestro punto de vista creemos que al colegio se va a algo más que a divertirse, e insistimos en la necesidad del aprendizaje. Esto no quiere decir que la práctica de enseñanza no tenga que incluir actividades gratificantes, porque uno de los requisitos que tenemos como profesores es unir aprendizaje y diversión. El aprendizaje debe ser divertido para el alumnado, pero no parece que la diversión se consiga si no hay un aprendizaje de habilidades que permitan la participación. Porque los que participan son los que se divierten, los que no participan dejan de participar porque no es divertido.
El ambiente en el que se desarrolla el deporte, hace que éste pueda implicar una práctica deportiva. Hay que comprender que el alumnado manifiesta distintas conductas cuando el medio, las circunstancias en las que se está inmerso, son distintas. Si la educación deportiva se presenta con énfasis en la agresividad (no estoy diciendo que haya que hacerlo así), entonces las personas manifestarán agresividad, aunque esas mismas personas, en su medio habitual no deportivo, no la tengan. Lo mismo podemos decir de otras conductas (paciencia, disciplina, etc.). Sin embargo, es cierto que hay situaciones deportivas que pueden ser trasladadas a la vida diaria. Puede suceder que una persona haya mejorado su disciplina porque el deporte le ha formado en dicha disciplina, o que sea más paciente. No obstante, hacen falta trabajos de investigación que apoyen una transferencia positiva o negativa.
Entre las manifestaciones en las que se desarrolla el deporte, el respeto aparece como una de las más significativas. No es sólo el respeto a las reglas, sin duda necesario, sino que es prioritario el respeto por uno mismo y por los demás. La educación deportiva debe implicar una práctica que suponga provecho para todos y para todas en el sentido de que es una práctica social beneficiosa, si, como veremos más adelante, lo tiene. Porque no se trata de educar sobre algo que no es bueno, que no es satisfactorio, sino todo lo contrario, se trata de educar en algo que produce ganancia para las personas que se implican en ello. Si el deporte no tiene factores positivos (ninguno, o pocos), entonces, desterremos su práctica y atendamos a otras actividades. Sin embargo, soy de los que creen que el deporte no deja de ser una herramienta que produce beneficios8.
Algunos factores intrínsecos y sus posibilidades para una educación deportiva
Los análisis del deporte visto desde su dinámica interna, tanto desde el punto de vista funcional como estructural (Hernández Moreno, 1995, 2000; Parlebas, 1988), han supuesto una amplia y profunda información que nos han permitido comprobar qué elementos característicos del deporte son contemplados para un estudio adecuado. En nuestro caso, y para lo que pretendemos, vamos a centrarnos en exclusiva, en tres aspectos que comprenden el deporte, quizás más genéricos y que no se trata de ofrecer una clasificación, sino un conjunto de elementos comunes, que a nuestro parecer son: actividad física, competición y reglas. Sabemos que se podría ofrecer otros elementos9, pero para nuestro estudio, creemos que estos son los apropiados.
En cualquier caso, analizar sólo el aspecto "carga física", o "competición", o "reglas", sin tener en cuenta a los otros, será una irresponsabilidad, porque todos ellos están entrelazados, y uno repercute en el otro. Las personas somos capaces de incidir más en alguno de ellos, debido a nuestro conocimiento, a nuestros intereses e inquietudes. El profesorado elige el deporte, muchas veces, por la carga física ("el deporte te pondrá en forma"), pero debe saber que los otros aspectos están presentes, porque si no, sería actuar con torpeza e ignorancia. Entendemos que no sólo hay que atender al componente motriz, los aspectos afectivos, sociales y cognitivos tienen tanta o mayor importancia, aunque en nuestro caso, y, además, por el área de conocimiento en la que estamos, tratamos de analizarlo teniendo en cuenta, sobre todo, el componente motor.
Actividad Física
Podría parecer una redundancia, pero entre las personas relacionadas con el deporte parece que no hay una unificación de criterios. Creo que el deporte incluye a la actividad física, pero no toda la actividad física es deporte. También es cierto que puede existir falta de acuerdo para saber cuánta cantidad de actividad física estamos dispuestos a admitir (ajedrez, petanca, motociclismo, etc.). Sin embargo, podemos asumir que el deporte tiene cierta carga física en la persona que lo practica.
Muchas de las actividades físicas que realizamos en la vida cotidiana pueden tener un grado de carga que en algunos deportes nunca existe. Pensemos en transportar objetos grandes y pesados, en las labores agrícolas, y un largo etcétera. Por el contrario, el tiro olímpico es considerado deporte, cuando su carga física es mínima. Sin duda, reconciliar estos dos puntos de vista resultaría difícil, por no decir imposible. El concierto entre precisión en la habilidad y el grado de esfuerzo en las habilidades motrices ofrece distintas maneras de estudiarlas y comprenderlas.
Sin embargo, si observamos una clase de Educación Física, donde se está impartiendo deporte, comprobamos que la carga física debería ser lo suficiente como para entender que es una de las razones de su práctica. Muchas veces se debe a la falta de movilidad de otras áreas de conocimiento, entendiendo que en la nuestra es lo más natural.
Competición
Para algunos la palabra maldita. No se puede entender el deporte sin competición. Sin embargo, existen muchas prácticas deportivas no competitivas, aunque puede parecer que cuando esto es así, deja de considerarse deporte. No obstante, como comenté en el trabajo anterior a éste10, la competición está arraigada en el ser humano. Dependerá de nosotros cómo queremos que se presente.
Como veremos más adelante, el tratamiento de la competición tiene que incidir, con preferencia, en que las personas traten de superar sus propias dificultades, y no intentar vencer al que está enfrente de uno mismo. Me refiero a una competición amistosa, porque no es una pugna por recursos mínimos, por un terreno vital o por cualquier otra circunstancia, es por el hecho de interactuar entre grupos, de comprobar en qué situación nos encontramos, cómo estamos respecto a una referencia externa que nos puede ayudar a mejorar en nuestras habilidades11.
Reglas
La práctica deportiva tiene un conjunto de reglas que hay que respetar, porque no podemos practicar sin que exista un reglamento que permita cumplir un principio de igualdad entre todas las personas que están en dicha práctica. Las reglas no propician la desigualdad, sino que introducen un marco de actuación para todos y todas. No obstante, como en otras facetas de la vida, hay personas que utilizan las reglas en beneficio propio. 12
Como vemos, podríamos introducir más aspectos, algunos incluso podrían ser relevantes para comprender el deporte, quedémonos aquí como punto de referencia para introducir lo que consideramos una educación deportiva. Si atendiéramos a más aspectos, haríamos lo mismo que estamos intentando: argumentar por qué debe intentarse de una forma si se quiere que la construcción social de una práctica provoque beneficios.
Qué podemos hacer para incidir en una educación deportiva
Los enfoques en la educación deportiva pueden ser y son diversos (ver por ejemplo a Darnell, 1994; y también Giménez Fuentes-Guerra, 2003; y con más amplitud a Siedentop, 1994), algunos merecen más atención que otros, aunque creemos que lo importante es proponer unas bases que tengan como principios las personas que están implicadas en la práctica, y no el deporte en sí.
Arnold (1986) presenta las creencias típicas de la participación del alumnado en los deportes: a) la valoración positiva de una clara, pero no probada, conexión entre participar en deportes de equipo y el desarrollo de valores morales y sociales (respeto, generosidad, cooperación, etc.); b) la valoración neutra, que declara al deporte como juego y por lo tanto, está fuera de la vida real y la moral no es importante, o mejor dicho, inconsecuente; y c) la valoración negativa, que declara que en el deporte (de alto nivel), lo que menos se da es una sociabilidad, porque la competitividad es tan elevada, que lo único que se consigue son conductas indeseables. Resume el autor que si lo que queremos es una educación moral vinculada con el deporte, es con una clara, deliberada e intencional actividad que sea comprendida por los sujetos que participan en dicha actividad, lo que se puede denominar un derecho a razonar acompañado de un derecho a actuar, de manera considerada, en el deporte. Esta situación nace de las propias disposiciones que realiza el profesorado, que es el que tiene que aplicar conocimiento y comprensión, de las dos partes implicadas (alumnado -y entre el propio alumnado- y profesorado) de lo que constituye un buen y correcto contenido (el deporte).
Si hubiera un elemento, factor o característica fundamental de la educación, ése debería ser la ética. No se puede entender una educación que no tenga como punto de referencia la educación en valores de las personas. Los principios sociales, los principios democráticos, los principios de desarrollo individual y social, se encuentran por encima y rodean a cuantos aspectos queramos plantear para enseñar el deporte. En el caso de su enseñanza, nos valemos del mismo para conseguir esos ideales, los cuales son una representación y reflejo de nuestra sociedad, pero también de la humanidad tal y como deseamos que sea.
Llegados a este punto, tendríamos que asegurar que la educación deportiva implica, tomar partido por un conjunto de elementos éticos. Si nos referimos a la actividad física, no podemos involucrar una disminución declarada y descarada de las posibilidades de movimiento que provocan un beneficio demostrado en las personas, que a su vez, incluye una disminución y reducción del desarrollo personal y social. Conseguir que las personas se sientan a gusto con lo que hacen para sí mismas, para los demás y con los demás, debería primar sobre aspectos reduccionistas, como conseguir una mejora en las habilidades motrices repercutiendo en modo desfavorable como ser social. Por ejemplo, si elegimos sólo dos o tres deportes, estaremos dejando fuera posibilidades de movimiento, y por lo tanto, falta de aprendizaje, que puede contener que no mejore en sí mismo, ni que pueda relacionarse con otras personas por su falta de conocimiento. La enseñanza deportiva, en este caso, debe incidir en la posibilidad multifacética, es decir, una amplitud de contenidos, variedad de deportes, que permitan una educación deportiva, desde el punto de vista motriz, amplia.
Es cierto, no obstante, que la práctica deportiva tiene en algunos casos "diferencias y desigualdades que, por razón de género, se dan en el deporte y en los valores que a él se asocian" (López Crespo, 2001, p. 39). Si bien la autora manifiesta su preocupación por este encasillamiento del deporte asumido en la sociedad, también es verdad que la educación, y un ambiente educativo concreto, pueden ayudar a una mayor sensibilidad por parte de todos y todas y lograr que este deporte suponga beneficios para la persona, independiente de su adscripción a uno u otro sexo.
En cuanto a la competición, sin acogernos deliberadamente a un tipo de deporte (individual, de adversario, colectivo, etc.)13, los sujetos tienen un reto propio, y no están obligados a tener como referencia a igualar y superar a otros y otras. El ser humano tiene la necesidad de ser mejor de lo que es, en todos los aspectos. Pero esa necesidad no se tiene que manifestar en una sola forma de relación. En las posibilidades individuales, cooperativas y competitivas, existen diferentes modos de actuar, pero se trata, en esencia, de conseguir que las personas sean autónomas a la hora de tomar las decisiones, cómo quieren implicarse, sin que ello lleve consigo una mejora propia a costa de la disminución de la mejora de los otros.
Las necesidades individuales14 suponen un reto por mejorar por sí mismos, pero no debe entenderse con ser individualistas. En muchos deportes hay que realizar las actuaciones de forma individual (atletismo, natación), sin que ello signifique que no exista un predominio cooperativo, algo que debe enfatizarse desde la enseñanza. El aprendizaje es un acto personal que necesita, en casi todos los momentos, la presencia de otro u otros que le ayudan a conseguir el aprendizaje. Por ello, la enseñanza, cuando se desarrolla en un sentido colaborativo de representación y ayuda con otras personas, supone una referencia que permite la singularidad del mismo (Slavin, 1985).
La cooperación proporciona mejoras considerables respecto a las referencias que se obtienen, sobre todo desde el punto de vista de la heterogeneidad. Desde la genética, la cooperación tiene visos incuestionables a lo largo de la evolución de la humanidad, aunque los aspectos egoístas están presentes en la propia evolución (Dawkins, 1994). Desde el punto de vista cultural y social, las conductas de cooperación y las conductas altruistas se encuentran en situación de reciprocidad. Hay actos egoístas, individualistas, que son favorables en determinados momentos, y más respecto a extraños, pero también hay actos de altruismo en otros momentos, porque favorecen las relaciones entre los sujetos, sobretodo con sujetos afines. Sin embargo, ni todos los chicos y chicas realizan actos cooperativos, de la misma forma que los adultos no siempre tienen buenas intenciones, algo que puede suceder en la enseñanza del deporte, aunque como herramienta social, necesita los ajustes necesarios para su utilización positiva. Así, desde la psicología y la antropología social se puede comprobar estudios al respecto (Deutsch y Krauss, 1976). Los planteamientos de cooperación, con raíz altruista, manifiestan una referencia del lugar que ocupa la otra persona, de manera consciente; como señala Lèvinas, cuando dice que hay que recordar que el darse a otros implica una profunda reflexión y constancia, que significa un acto voluntario (Lèvinas, 1991, p. 91): "Decir: heme aquí. Hacer algo por el otro. Dar. Ser espíritu humano es eso".
Sin embargo, la competición no puede ser elemento prioritario en el deporte, sobretodo con el fin de la eliminación, porque entonces también sería el fin de la propia competición y del deporte. Es por ello que la cooperación termina siendo una inclusión cultural que proporciona más beneficios que la competición desmedida o el individualismo. Quizás sea cierto que, como individuos15, hemos realizado un esfuerzo considerable para que la convivencia no se deba a los actos competitivos por encima de los cooperativos. Pero el error está en considerar a los individuos como entes solos, únicos, cuando el rasgo característico del ser humano es su contacto social, y la forma en la que podemos participar en la sociedad es cooperando, más que compitiendo, sin que ello evite situaciones competitivas e individuales. Pero situaciones competitivas e individuales que ayuden a todos, y no sólo al que realiza y pretende sacar beneficio exclusivo de esas actuaciones competitivas e individuales.
La competición, tal y como en nuestro caso la entendemos, supone un reto por mejoras individuales con otros, no a costa de otros (creo que lo que ocurre habitualmente es que se confunde competición con competitividad o afán competitivo). Hemos declarado un poco antes que la competición entre los niños y niñas es una competición amistosa. Si el deporte, como adultos, no podemos entenderlo sin competición, son los propios niños los que no entienden de la misma forma esa competición. Para el adulto, la competición es seria, pero para el niño, la competición es lúdica y sin el rigor adulto. Deberá ser el profesor el que facilite y surta una competición que sea la que pide y solicita el niño, evitando un producto elaborado por adultos. Las preguntas que se suelen utilizar del tipo: "¿quién ha ganado?", provocan una reacción distinta a las preguntas del tipo "¿os habéis divertido?", "¿qué habéis aprendido?". Ganar o perder es una consecuencia más, como puede ser mejorar la condición física, pero no debe ser el objetivo de la práctica deportiva.
Respecto a las reglas, Arnold (2001) argumenta que el deporte, cuando es utilizado como una práctica humana, es en sí una forma de educación moral y ayuda a la educación moral de la persona. Y se basa en las investigaciones que se realizan en cuanto al juicio moral que se referencia en uno de sus principales principios, el de justicia, que es cuando elegimos lo que nosotros queremos para todas las personas en todas las situaciones, sin que ello signifique una interpretación de la moralidad. No obstante, debemos recordar que el juicio moral en los niños no está formado como en los adultos y que este juicio no se alcanza hasta una edad entre los 10 y los 12 años (Lee, 1988; Linaza y Maldonado, 1987; Piaget, 1983); quiere decir esto que la implicación moral, el respeto por las reglas, dependerá de cómo son interpretadas según el desarrollo del alumnado, y más según la práctica profesional, del profesorado, de iniciar al deporte hacia las edades mencionadas.
Debido a que hay que respetar las reglas, la justicia es importante en la práctica deportiva. Como en la sociedad, el deporte muestra una subcultura, con sus propias normas, que, aunque en algunos casos no sean exactas e iguales que en la vida real, permiten que los alumnos respeten las decisiones de los demás, otorgándole una estructura dialéctica. La deportividad16 se manifiesta en un mundo propio, con unas condiciones muy específicas, donde los jugadores representan, en ciertos momentos, unos roles diferenciados, y en otros momentos unos roles semejantes. Desde la educación deportiva, utilizar formas de participación que impliquen no sólo la de jugador, también la de árbitro, por ejemplo, ayuda a comprender cómo se sienten los demás. Son ellos y ellas los que deben participar e interpretar las reglas para resolver los conflictos que suceden en la práctica deportiva, y no el adulto, en este caso el profesorado, porque el alumnado queda eleto ante algunas de las situaciones que no comprende; el profesorado, lo que tiene que tener es un papel de aportar ayuda para que sea el alumnado el protagonista.
Las reglas tienen una incidencia muy importante en el juego, pues derivan en una aceptación, por parte de todos los participantes, de unas normas que tienen que acatar y la persona que las trasgrede es sancionada, con mayor rigor cuando esas mismas reglas son diseñadas y asumidas por los practicantes; incluso parece necesario que durante la práctica deportiva se asuman conductas que implique una mayor pureza que la de las propias reglas, tener un comportamiento ético, no sólo seguir las reglas al pie de la letra.
Como hemos dicho (Castejón Oliva, 2000) debido a que la competición tiene unos rasgos penetrantes en la actividad deportiva, es necesario que existan unas reglas, porque los participantes necesitan de un conocimiento de las normas para que el deporte se mantenga dentro de unos límites iguales para todos. Estas reglas no se mantienen rígidas, y menos en la etapa inicial, sino que evolucionan de la misma manera que evolucionan las creencias de los alumnos a lo largo de la etapa educativa.
Quizás sea en el deporte colectivo donde se puede comprobar con más amplitud la repercusión de las reglas y el respecto por las mismas. La opinión de todos los integrantes de un equipo debe ser asumida, las tensiones, los diálogos, las alabanzas, las críticas, etc. son tomadas por el grupo, permitiendo una responsabilidad compartida, algo que contrasta con los juegos (López Ros y Eberle, 2003). A su vez, el jugador tiene un campo de relativa libertad, donde puede tomar sus propias decisiones, siempre y cuando respete las normas y obligaciones del juego. Por lo tanto, el respeto al reglamento, condición indispensable en todo juego, puede suponer una transferencia de la ética deportiva a la vida real.
Conclusión
La educación deportiva es una faceta importante a tener en cuenta a la hora de introducir el deporte en las clases de Educación Física. Cómo se puede participar, y qué conductas son las que se desean, significa un análisis y reflexión, además de una preparación de cómo queremos que el alumnado se involucre. En nuestro caso, hemos optado por centrarnos en la actividad física, las reglas y la competición. Un análisis de estos factores nos ha permitido comprobar las posibilidades de su utilización
Existen otro conjunto de atributos que se la han asignado al deporte: disciplina, salud, etc., pero creemos que los que aquí hemos analizado son congruentes con la educación. Es cierto que podríamos haber realizado un análisis de esos y otros aspectos, más amplio, incluso más profundo, pero para nuestra intención, de realizar una enseñanza deportiva desde un punto de vista crítico, en el que realizamos una reflexión sobre cómo17 planteamos el deporte que tratamos de vincular en las clases de Educación Física, incluso en la enseñanza del deporte en las etapas de iniciación, nos valen los que aquí hemos abordado.
Realizar un análisis crítico sobre cómo queremos que el deporte se introduzca en las clases, qué representa para el alumnado que va a practicarlo, cómo se relaciona ese alumnado entre sí, qué es lo que va a hacer que sea mejor de lo que es desde un punto de vista ético, más que desde cualquier otro punto de vista, qué cambios son los que hay que realizar para que el desarrollo de la actividad implique una mejora personal para sí y para los demás, y más dudas y cuestiones, son un referente para iniciar una educación deportiva. En el siguiente trabajo trataremos de terminar de exponer algunas características que encontramos en el proceso de enseñanza aprendizaje para su práctica en las clases de Educación Física.
Notas
Parece que el deporte es un ente con vida propia. El deporte es una construcción social, y como tal, ofrece lo que las personas deseamos que ofrezca.
La puntualización de Velázquez Buendía es importante, porque el autor matiza que "desde la educación deportiva no es posible establecer como fin único y aislado la mejora de la competencia motriz del individuo" (p. 69), y estamos de acuerdo, porque lo que tratamos es que trascienda a todos los ámbitos del conocimiento.
Si lo que se pretende es que el deporte guste a todo el mundo, estaremos ante una quimera. Las posibilidades por las que las personas se "enganchan" a la práctica deportiva son variadas, de la misma forma que las posibilidades por las que no se hace práctica.
Podría ocurrir que unas personas se beneficien de la práctica deportiva sin que por ello impidieran que otros consiguieran beneficios, pero en este caso, estamos hablando de una práctica aislada.
Nuestro sesgo insiste en el profesorado, entendiendo la educación formal en la escuela. Sin embargo, la educación no es patrimonio de la escuela, las actividades extraescolares, los clubes deportivos, las asociaciones, etc., tienen una responsabilidad formativa, y deben seguir unos principios semejantes a los que se trata en la escuela, porque si no, estaremos dirigiendo la actuación hacia lugares distintos. El ejemplo del tratamiento educativo de las actividades extraescolares puede verse en: Hernández Álvarez, J.L. y Velázquez Buendía, R. (1996). La actividad física extraescolar en los centros educativos. Madrid: MEC.
Agradezco al profesor Dr. Francisco Jiménez Jiménez, de la Universidad de La Laguna (Tenerife), la información que me ha proporcionado sobre este autor.
Quizás no nos damos cuenta que el deporte preocupa a las personas que estamos involucrados en el mismo, pero no a los que no lo están.
Las herramientas son construcciones, artefactos, en el sentido de que regulan las interacciones entre los sujetos. Es decir, el ser humano es capaz de crear herramientas (en este caso el deporte) para producir cambios en sí mismo y en sus condiciones sociales: Cole, M. (1999). Psicología cultural. Madrid: Morata; Dewey, J. (1993). Cómo pensamos. Barcelona: Paidós.
En otro documento; López Ros, V. y Castejón Oliva, F.J. (1998). Técnica, táctica individual y táctica colectiva. Teoría de la implicación en el aprendizaje y la enseñanza deportiva (I). Revista de Educación Física. Renovar la teoría y la práctica, 68, 5-9, expusimos la relación entre conductas del sujeto, individuales y colectivas, y su implicación con el reglamento.
Nota 6 del artículo Castejón Oliva, F.J. (2004). Una aproximación a la utilización del deporte en la educación. http://www.efdeporte.com/. Revista digital, 10(73), http://www.efdeportes.com/efd73/deporte.htm.
Las habilidades aquí comentadas no son sólo las habilidades motrices, también las habilidades cognitivas, afectivas y sociales.
No puedo creer que los tramposos sólo existan en el deporte. Cuando hay leyes, se introduce cómo debemos actuar y cómo esperamos que actúen los demás. Personas que de forma explícita o implícita utilizan las reglas en beneficio propio siempre han existido. Lo que habrá que hacer es contemplar la posibilidad de que las reglas se asuman y podamos actuar en consonancia.
Como he mencionado antes, las clasificaciones deportivas pueden tener puntos de vistas diferentes: Castejón Oliva, F.J. (2000). Iniciación deportiva. Aprendizaje y enseñanza. Madrid: Pila Teleña; Hernández Moreno, J. (Ed.). (2000). La iniciación a los deportes desde su estructura y dinámica. Barcelona: Inde.
Sería la situación de interacción que analiza Parlebas cuando realiza una clasificación derivada de la lógica interna en la que se establece una clasificación de la práctica motriz: a) las desprovistas de interacción; b) las exclusivamente antagónicas; c) las exclusivamente cooperativas: y d) las que conjugan cooperación y oposición. Parlebas, P. (1996). Perspectivas para una Educación Física moderna. Málaga: IAD, p. 14.
Dawkins señala que el que es egoísta es el gen, el individuo, mientras que la especie, como tal, y desde la cultura, hace que prosperen los actos altruistas, que sean más valorados. Se fomentan los actos altruistas, justos y legales (ninguno de los tres son sinónimos, porque algo puede ser altruista y no justo ni legal, de la misma manera que algo puede ser justo pero no legal), y se refuerzan por encima de los egoístas. No obstante, unos y otros siguen en nuestra sociedad, y seguiremos avanzando. Como señala el autor, "una sociedad humana basada simplemente en la ley de los genes, de un egoísmo cruel universal, sería una sociedad muy desagradable en la cual vivir (...) construir una sociedad en la cual los individuos cooperen generosamente y con altruismo al bien común, poca ayuda se puede esperar de la naturaleza biológica" Dawkins, R. (1994). El gen egoísta. Las bases biológicas de nuestra conducta. Barcelona: Salvat. p. 3.
La deportividad, que se manifiesta en la práctica deportiva y que puede trascender más allá del deporte, es exhibida por los practicantes de actividades deportivas, y supone una conducta ética que no sólo se corresponde con el seguimiento estricto de las reglas, sino que debe trascender en el comportamiento, lo que se suele denominar fair play.
Incidimos en el cómo, más que en el qué o cuál deporte, porque es la forma y el fondo.

Escuela, futbol e inteligencia. Del aula al patio y del patio al aula.

Presentación
Nora B. Frydenberg (NF) es maestra recuperadora desde hace 16 años. Es Licenciada en Ciencias de la Educación (UBA). Su tarea en la Escuela 7 es trabajar con los chicos que tienen dificultad, centrado en el primer grado, en un trabajo en pareja junto al maestro del grado, los dos juntos en el aula. Siempre trabajó en escuelas de barrios carenciados y ese era su primer año en esa escuela en particular.
Jorge Puig (JP) es músico profesional de jazz, profesor de música y maestro de grado. En el año 2000 trabajó los últimos meses en el primer grado en la Escuela 7, fue su primer año en el sistema educativo primario.
Introducción
Julio Frydenberg (JF): ¿Qué les pareció que fue lo más relevante de esta experiencia?
Nora Frydenberg (NF): Creo que lo más destacable fue que el mirar a los chicos jugar al fútbol nos permitió darnos cuenta de que había otras cosas que no se manifestaban en el aula y que sí aparecían en el desempeño de ellos jugando. Por ejemplo, anticipar la dirección de la pelota y del juego en general, prever la disposición de los compañeros, poder pararse y ver la jugada, poder incluirse en la jugada. Hay que tener en cuenta que son chicos con mucha timidez, que nunca piden ayuda, que se angustian.
Jorge Puig (JP): Jugando al fútbol aparecen nuevas relaciones entre los compañeros que no aparecen en el aula.
JF: Ustedes usaron lo que veían de sus desempeños en el fútbol para ayudar a evaluar la totalidad del desempeño escolar
NF: En general uno no habla con el Profesor de Educación Física sobre la evolución de los chicos. Solo les preguntas: "que le pones......Bueno, Regular, etc.". Pero en realidad el Profesor de Educación Física ve todo lo que uno no puede ver en el aula. Por ejemplo, como se desenvuelve corporalmente, como puede resolver problemas ....... y eso es una herramienta para resolver situaciones en el aula. Aparecen chicos que resuelven problemas en el fútbol o en la clase de Educación Física y sin embargo en el aula no pueden.
JF: Supongo que esto es concebible desde una concepción que permite pensar que si los alumnos demuestran que en el juego del fútbol son inteligentes, son equilibrados, son libres emocionalmente, y en el aula no lo son......habría un umbral que permitiría pensar que podrían desarrollar otras inteligencias.
NF: Así es.
La escuela
JF: ¿Podrían comentar en que escuela trabajan y que alumnado tiene?
NF: Es la Escuela N º 7 del Distrito Escolar 11, ubicada en la Ciudad de Buenos Aires, en el barrio Parque Chacabuco. Es una escuela que este año cumple 75 años de vida. El barrio no es marginal, es de clase media, y hasta hace diez años el alumnado era de este barrio. Pero desde esos años comenzaron a llegar chicos de la villa (barrio marginal, "villa miseria" o "barrio de emergencia"), del llamado Barrio Rivadavia. Muchos de los maestros que trabajan en la escuela en el turno mañana añoran a los chicos rubios o castaños de hace quince años. Es una escuela en la que se rotula mucho a los pibes.
Sobre origen de los alumnos de ese primer grado, puedo decir que siete son nacidos en Bolivia, uno en Paraguay, un coreano, una peruana. El resto nació en la Argentina y en su mayoría sus padres son bolivianos. Veinticinco chicos en total.
JF: ¿A que escuela van los chicos de clase media que viven en el barrio que rodea a la escuela? ¿Van a escuelas privadas?
NF: Algunos. Pero en general van a otras escuelas públicas de la zona.
JF: O sea que ha habido una selección social entre el alumnado de las distintas escuelas.
NF: Esta escuela no es de las más pobres, en cuanto al nivel social de sus alumnos. Es de escolaridad simple, tiene dos turnos (mañana y tarde). Los chicos reciben una merienda reforzada. Es decir no almuerzan allí. Las familias de estos chicos tienen vivienda de material, sus padres trabajan en la costura y son contratados por los coreanos, que son los empresarios textiles que les pagan muy poco y trabajan en condiciones infrahumanas. Viven en los talleres, duermen allí de lunes a viernes. O sea, no son hijos de desocupados. Algunos padres son dueños de un kiosquito en la villa. En general no viven en la zona más pobre del Barrio Rivadavia, que es un barrio pobre. Los más pobres van a otras escuelas que tienen jornada completa, o sea, que almuerzan en la escuela.
Hay algunas excepciones. Uno de los chicos vive en una casa frente a la escuela, otro su padre cuida una cancha de fútbol y se encarga de buffet, el coreano es hijo de un pastor que tiene dinero pero envía a su hijo a esa escuela.
JF: ¿Que significa "maestra recuperadora"?
NF: Recuperación es un sistema que existe en la escuela común dependiente de la Dirección de Educación Especial. El maestro recuperador es un maestro con título universitario en educación que intenta hacer que los alumnos no fracasen en la escuela, prevenir el fracaso escolar. Uno trata de apoyar a esos chicos que tienen dos maestros, para ayudarlos.
JF: ¿Qué síntomas tiene que presentar un alumno para que se haga necesaria tu ayuda?
NF: Uno de los problemas es ese. En general en mi experiencia, en mi experiencia nunca aparecieron chicos con graves problemas de aprendizaje. Uno encuentra a chicos con problemas familiares, con disturbios afectivos, chicos que necesitan más tiempo, más mimos, mayor trabajo de uno a uno. Muchos de los chicos no tienen quien los ayude en sus casas. El otro problema es como enseñamos los maestros. Lo hacemos con formas vetustas, que a los chicos no les sirven, y eso también incide en el desempeño de los alumnos.
Patio, recreo, juego y fútbol
JP: Yo me hice cargo de ese primer grado desde la segunda mitad del año por que la maestra titular había pedido licencia. Habría que decir que desde que la maestra titular está a cargo del primer grado los chicos nunca salían al patio en los recreos. Era un hábito instalado en la escuela. Se argüía el temor de que los maltraten, que los más grandes golpearan a los más chicos.
NF: En realidad hay que enseñarles a jugar en el recreo con todos y no aislarlos. Los maestros deberían enseñar a los chicos a jugar todos en los recreos. Con zonas específicas para fútbol, para todo lo demás, para que todos pudieran convivir, compartir ese espacio común.
En el patio de la escuela está marcada una cancha de fútbol, que tiene arcos. Además, en los recreos se juega al fútbol. En la escuela solo juega al fútbol una nena, que además juega muy bien. Y es una alumna brillante en general.

JP: Como no había recreos. La maestra titular hacia "la hora del juego" dentro del aula......pero los varones se sofocaban, las nenas tenían sus juegos. Un día los saqué al patio en esa hora del juego. Los chicos comenzaron a jugar al fútbol.
JF: ¿Los chicos no jugaban al fútbol?
JP: Obviamente ..... agarraban una tapita de gaseosa y la pateaban dentro del aula.
NF: En las clases de Educación Física jugaban al fútbol.
JP: Retomando......salimos todos al patio a la hora de juego, teníamos todo el patio para nosotros. En un principio, en una parte del patio jugaban las nenas y en otra los chicos al fútbol. Un día se me ocurrió ponerme a jugar con ellos, mientras que Nora se quedaba con las nenas. Yo participaba...pero en un momento me dije que tenía que jugar de igual a igual, ellos estaban encantados. Yo hacia goles, no me guardaba nada, los gambeteaba. Y comencé a ver que jugaban mejor, cada día. Obviamente, al principio corrían todos detrás de la pelota. Algunos, más específicamente tres, nunca jugaron.
Los alumnos en el fútbol y en el aula
NF: Un día Jorge me comento que observara a Luciano como jugaba al fútbol, y yo comencé a observarlo cómo jugaba.
JP: Claro. Era un chico que no estaba integrado.
NF: Un chico que yo seguía especialmente. Hablaba poco, retraído, poco comunicativo. Lloraba, no quería ir a la escuela. Faltaba mucho, a pesar de que vive frente a la escuela. No terminó aprendiendo a leer y a escribir, pero igual pasó a segundo grado, con apoyo. No era para que repitiera.
Bueno.... Jorge comenzó a comentarme como jugaba Luciano. Mientras ellos jugaban yo observaba como armaba el juego. Y a partir de eso empezamos a mirar a todos los demás.
Aquí me gustaría decir que yo puedo ver cómo un chico juega al fútbol, como arma el juego. Ahora es más frecuente que las mujeres vean fútbol, pero en realidad tiene que ver con la cantidad de fútbol que uno palpó, vio o escuchó en su vida, a través de mi padre, hermano y ahora de mi esposo Pablo. Quien nunca haya mirado fútbol hay cosas que no va a poder percibir. Yo no podría verlo en el rugby. No conozco ni siquiera sus reglas. Volviendo a Luciano, veía que paraba, miraba, ejecutaba .....
JP: Él, de mostrar una determinada personalidad en el aula, pasaba a ser otra persona jugando al fútbol. Ahí apareció él. Él era ese, el jugador de fútbol......se notaba que ahí era libre.
NF: Por ejemplo no se "embroncaba" cuando perdía. Por que otros no podían aceptarlo.
JP: Además, de a poco fueron aceptando y conociendo las reglas, que antes no respetaban. Yo, a veces, hacía de árbitro. Y comenzaron a jugar mejor. Además, en el aula se notó el cambio. Terminaron por estar más organizados.
NF: Pudimos ver en el partido de fútbol cosas que no se veían en el aula. Por ejemplo, Luciano que en el aula no podía participar, decir lo que pensaba, jugando a la pelota tenía otra actitud. Eso no tuvo como resultado un cambio inmediato en el aula.
JP: Los dos que jugaban mejor eran los que jugaban más tiempo fuera de la escuela. Luciano juega fuerte, es leal, se tira al piso barriendo muy bien. Julián es muy lúcido, mira bien el juego, muy rápido .... yo no lo podía gambetear, siempre estaba muy metido en el juego.
NF: Brian juega muy bien pero en el aula es un chico bloqueado, que no puede expresar todo lo que sabe. Sabe todo pero no lo puede decir. No quiere mostrar lo que sabe. Sabe leer y escribir, yo le hacia actividades que tenia que leer para resolver, pero jamás leía en vos alta. Podía ayudar a los otros, pero no lo podía hacer para él. Eso se llama pánico frente a la hoja en blanco y tiene que ver con ponerse él, comprometerse él mismo. Es un problema eminentemente emocional. Bueno ... ese es el perfil de los problemas que suele haber en recuperación. Jugando al fútbol todo eso no aparecía.
JP: Brian en el fútbol era un organizador. El "pisaba" conmigo, es decir, elegía a los integrantes de su equipo, y no quería por que quería jugar conmigo.
NF: Al poco tiempo de la llegada de Jorge al grado, la madre de Brian planteó que él no lo quería (a Jorge), pero después, con el enganche con el fútbol, hizo todo un cambio. En primer grado es difícil para los padres de los chicos tener un maestro varón. Estos chicos no tienen varones en la casa. Muchos están con la madre todo el día. O no tienen papá o está todo el día trabajando. Para ellos tener un maestro varón es como una necesidad. Compartir el fútbol es bárbaro, es algo muy fuerte para los pibes.
Conclusiones
JF: ¿Cómo sirvió esa observación de los chicos jugando al fútbol para la evaluación que vos hiciste a fin de año de tus alumnos de recuperación?
NF: Me sirvió para darme cuenta de que tenían que pasar de grado. Yo me siento con el maestro y decidimos quien pasa de grado y quien no. Yo tiendo a apostar a que tienen que pasar y mantener el apoyo, el seguimiento. Obviamente, tienen que tener conocimientos mínimos. Por ejemplo, dos chicas que no conocían el número seis, mientras que el resto ya estaba por el 99, no tenía sentido que pasaran de grado.
Teniendo la seguridad de que van a tener apoyo en segundo grado y viendo su desempeño en el partido de fútbol, no me tenía dudas de que tenían que pasar. Ese chico podía imaginarse una estrategia para una jugada y saber que tenía que girar, moverse en el espacio; parado ver el juego, sin correr detrás de la pelota. Bueno ... todo eso nos estaba diciendo algo, marcaba algo. Si tienen la capacidad de anticipar lo que va a venir, tienen una conducta inteligente. Si puede anticipar una jugada, puede anticipar otras cosas. Puede, a partir de un título, inventar, puede imaginar algo. Ese chico puede pasar de grado. No me cabe la menor duda y nosotros tenemos que replantearnos desde donde vamos a trabajar para que fluyan en el aula esas libertades y habilidades que expresan algunos chicos, tal como lo hace en el fútbol.
JF: ¿Existen chicos incapacitados emocionalmente para jugar al fútbol?
NF: Estoy pensando en los chicos que no juegan.
JP: Algunos no están integrados.
NF: Algunos tienen incentivados otras áreas. Uno que no jugaba, escribía poemas.
JF: Mi inquietud es más básica todavía. ¿Chicos con síntomas de algún problema psicológico más serio, psicótico, pueden jugar al fútbol? O mejor ¿qué fútbol pueden jugar?
NF: Tendrían dificultades para anticipar jugadas. Tendrían serios impedimentos para poder jugar colectivamente. Son impedimentos que atraviesan esa inteligencia.
JF: Ustedes detectaron que esos alumnos han logrado un umbral mínimo como para desarrollarse, que apareció entre otras cosas con el fútbol.
NF: Yo había hecho en el año 1987 una experiencia parecida en un tercer grado. Con la maestra, y la profesora de Educación Física, al evaluar si pasaban o no de grado, los mirábamos jugar al fútbol. Era algo totalmente intuitivo para mí. La Profesora de Educación Física tenía más elementos que yo para evaluar esa inteligencia que aparece cuando se practica algún deporte y en especial el fútbol.
Mucho tiempo después, llegaron a mis manos en la Facultad, un trabajo de la investigadora Carina Kaplan y el profesor Castorina, sobre las inteligencias y sobre las creencias que tienen los maestros sobre el significado y el contenido de la inteligencia. Comencé a ver que lo que en mí era intuitivo había sido investigado, estudiado. Vi que uno no está solo en este camino. Además, es alentador ver como se investiga sobre cosas que ocurren realmente en la escuela.
A partir de la experiencia y de los aportes teóricos teníamos la posibilidad de pensar y analizar mejor quien pasaba o no de grado, como mirar el trabajo del año que venía. Y sumar un proyecto que es el de armar un pequeño campeonato.
JF: ¿Cómo jugó en todo esto el profesor de Educación Física?
NF: En general depende del profesor. Yo trato de comunicarme para tener su visión para hacer la evaluación general. Trato de mirar las clases de Educación Física. A veces le pedía organizar algo específicamente, actividades grupales, trabajos en equipo. Sucede que cuando en el aula no se trabaja con grupos, es una buenas salida el trabajo en la clase de Educación Física.
JF: Muchas gracias por todo.
Web: http://www.efdeportes.com/efd34b/futboli.htm